Señor director. Los dominicanos hemos recibido dos duros golpes este año electoral, la suspensión de las elecciones de febrero, y la fatídica pandemia del coronavirus que se ha esparcido por todo el mundo. Sin pensarlo ni analizarlo a fondo, quizás por temor o por falta de información veraz, nos hemos sumado a seguir el procedimiento usado en los países donde este virus inició y atacó con fuerza desde el principio, y acatamos medidas que tal vez resultaron extremas y no debieron llevarse a cabo tan a la ligera sin antes pensar en las condiciones sociales y económicas existentes en el país, y la necesidad de seguir un protocolo tan avasallante, quizás más que los resultados de la presencia inminente de dicha pandemia.

Para sobrellevar las condiciones de prevención y evitar una mayor propagación del virus, es probable que hayamos sobre actuado con este obligatorio encierro domiciliario sin precedentes, sin buscar alternativas menos generalizadas y traumáticas, que se ajustaran más a nuestra realidad socioeconómica, y las necesidades de una mayoría que vive sumida en la pobreza o agoniza para mantenerse a flote día a día. El virus y su modalidad de prevención y seguimiento, lo han dividido en fases para mejor control de la propagación, países europeos, los Estados Unidos y otros, han hecho ligeros cambios para amoldarlo a sus particularidades, y más bien que mal, la han cumplido. Aquí, por el contrario, copiamos y seguimos el patrón establecido como norma mundial, y lo hemos cumplido más mal que bien, al pie de la regla, pues la verdadera fase en la que hemos estado en estos dos meses, es la fase de la contienda politiquera, muy bien aprovechada por unos y otros a costa del virus, midiendo fuerzas a ver quién ayuda mas y a más, quien hace mas por los pobres, los que quedaron desempleados, las empresas que colapsaron, los que han quedado varados en otros países…, unas ayudas que por la propaganda que les hacen, huelen a compra de votos, a bajezas propias de la ambición política y abuso de poder.
Este es un país pobre, con pocas condiciones de salubridad, mayormente sin agua y recursos para lidiar con las reglamentaciones de esta pandemia. La población en sentido general, se ha hecho fuerte a golpe de aprender a sobrevivir con la contaminación ambiental, la inmundicia, el hacinamiento y la escasez de recursos de todo tipo, darse el lujo de sentarse por meses a esperar que pase la pandemia para no enfermarse es algo insólito. Si el virus fuera tan letal como dicen, ya quedáramos pocos dominicanos, aunque han muerto muchos según las autoridades, supongo que ya muchos más nos hicimos inmunes al coronavirus como a tantos otros. Aquí salen sin miedo a buscarse la vida, con mascarillas o sin ellas, el calor es muy fuerte, y pueden morir más de infarto por la mascarilla o el miedo colectivo por la desinformación, que por el virus del momento, que si nos dejamos, nos matará estando sanos, le estamos dando demasiado poder sobre nosotros.
Idalia Harolina Payano Tolentino
colaboradora

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