2017 fue para el presidente Danilo Medina su peor año. Se podría decir que el 2016 fue duro, pues tuvo que pelear por la reelección, pero aquella vez anduvo con los factores totalmente a favor. Los opositores se pasaron los cuatro primeros años alabándolo como negador del expresidente Leonel Fernández, y cuando vinieron a reaccionar era tarde: Danilo armó todo el muñeco de la reelección, dentro y afuera. Pero 2017 fue un sacudón. La escandalosa develación de los sobornos de Odebrecht lo colocaron a la defensiva, en una incómoda situación que amenazaba con arrastrarlo al lodazal. A término del período sonríe tranquilo, con un reconocimiento al cierre: hijo adoptivo de la bella ciudad de Puerto Plata.

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