Que los dominicanos desayunan, almuerzan y cenan política es una realidad palpable y es un fenómeno que ningún sociólogo puede negar, y difícilmente explicar si no es nacido en estas tierras. De ahí que aunque se quiera ceñir las campañas a una fecha determinada, o amenazar con sanciones a los tempraneros, nunca sirve, porque su creatividad siempre hallará un atajo. Marchas por cualquier “reivindicación” o las vallas para invitar a la gente a afiliarse, siempre cumplen con la ley, -sí pero no-. Pero también porque la suerte, sobre todo económica, de una gran mayoría de la población y de los dirigentes, de ahí su propensión al transfuguismo, depende de quién esté en el Gobierno, o tenga posibilidades de ganar en cada elección.