Cuando no podemos cambiar las circunstancias, lo más sabio es aprender a esperar, aunque sea difícil.

Justo hoy me vino a la mente esa frase tan conocida: “Uno propone y Dios dispone”. A veces planeamos llegar a cierto lugar en una fecha y hora exactas, pero algo fuera de nuestro control lo impide. En ese momento, parece como si la vida se reiniciara.

Sentimos impotencia, estrés, ansiedad y hasta un poco de tristeza. Pero con el tiempo, entendemos que no todo se trata de lo que queremos, sino de lo que necesitamos. Quizá Dios nos está cuidando, alejándonos de algo que no vemos, resguardándonos en el lugar correcto. Aunque duela, aunque no lo entendamos de inmediato, cada demora tiene su propósito. Solo hay que tener paciencia… y fe.

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