Aunque los fantasmas existen solo en las películas y en las narraciones fantásticas, la conciencia mítica de la gente, un eco del primitivo origen de la especie humana, lleva a que se adapten a los tiempos modernos y formen parte de las leyendas urbanas.

Dice el profesor Australio Pithecus que, gracias a la tecnología actual, las apariciones que antes infestaban los cruces de caminos en zonas rurales ahora toman cuerpo en cualquier esquina oscura, a veces entremezcladas con los ovnis de los que descienden hombrecillos verdes o grises.

Estos fantasmas que aterrorizan a los crédulos y a quienes andan por ahí con un par de tragos demás, dice el doctor Australio Pithecus, solo sirven para desviar la atención de otros engendros mucho más temibles que, pese a que se los identifica como fantasmas, no tienen nada de fantasmagórico y se materializan todo el tiempo.

El gran investigador enumera en su obra titulada en latín Maledicti spirituum (Espíritus malditos) una serie de fantasmas que se apoderan de la propia naturaleza humana, sobre todo de los que gobiernan el mundo, y provocan daños permanentes a los hombres, al medio ambiente y a la economía.

El fantasma de la inflación: suele ser agitado por políticos opositores que cuestionan las estadísticas oficiales y por los gobiernos que elaboran esas estadísticas como una especie de cuco que aparece para comerse el poder adquisitivo de la pobre gente que vive de un sueldo.

El fantasma de la desocupación: aparece cuando los gobiernos les perdonan impuestos a ciertas empresas para que no cancelen trabajadores, cuando se otorgan obras a precios irrisorios o directamente se regala el patrimonio nacional a dizque inversionistas que se llevan enormes ganancias y a la gente le pagan sueldos de miseria.

El otro fantasma que menciona el profesor Australio Pithecus, al que califica como el más temible de todos, es el fantasma de la guerra, que según el sabio siempre ha gozado de muy buena salud y aparece en todas partes, gracias a la habilidad de las empresas que fabrican armamentos y, con increíble eficacia, también fabrican las guerras.

El profesor Australio Pithecus lamenta que el mundo esté tan acostumbrado a estos fantasmas que ya no les tiene miedo, pese a que verdaderamente existen.

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