En República Dominicana al parecer pocas entidades, entre ellas las más radicales defensoras de los derechos de la mujer, están enteradas y tampoco les ha dolido la grosería de un video titulado “Perra” que involucra a una “artista” dominicana y a uno colombiano.
Fue desde Colombia que llegó el primer contundente rechazo en contra de su paisano, al que acusaron de promover contenidos denigrantes, de misoginia y machismo, de vulnerar derechos y afectar la dignidad de la mujer.

A partir de ahí hubo otras manifestaciones de rechazo, como la decisión de YouTube de retirarlo al comprobar que la letra incita a la violencia, tiene contenidos racistas e imágenes aberrantes.

Esta vulgaridad es apenas una minúscula muestra de los contenidos degradantes de un tipo de música con mal gusto y sin una pizca de arte, sin que en la sociedad dominicana surjan voces con autoridad, como la de la vicepresidenta de Colombia al encarar a su compatriota.

A principio de este año la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos anunció iniciativas ante el Ministerio Público e Indotel para que sea retirado el contenido vulgar de los medios de comunicación, solicitud que también se extendería a la plataforma YouTube.

Recientemente el diputado Elpidio Báez anunció un proyecto de ley para regular, sancionar y establecer multas a quienes hacen música “con letras tóxicas y prácticas en contra de los valores”.

En realidad, las letras de los “artistas urbanos” están escritas en el único lenguaje que ellos conocen, las pocas palabras que han aprendido en una vida sin educación escolar en la mayoría de los casos.

Sin embargo, el peligro de imponer límites a la libre expresión es que hoy será la presunta obscenidad de esas letras, pero mañana se prohibirían palabras consideradas “ofensivas” o que puedan afectar a determinada persona o sector y así crecería la censura.

Para encarar esas inmundicias se necesita priorizar la educación, fomentar el compromiso social, dialogar con los jóvenes para conocer sus inquietudes, para trabajar desde sus carencias, pero también para formarlos en valores que apunten a construir un mejor país.

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