La corrupción es un fenómeno tan viejo como la misma especie humana y que, como los seres humanos, evoluciona y se reinventa de diferentes maneras a lo largo de la historia.

Consiste en desobedecer las leyes, violar los controles establecidos, apropiarse de recursos ajenos en beneficio propio y establecer una cadena de complicidades que garantice la impunidad de quien se aprovecha de su posición de poder para robar, estafar, malversar y disfrazar sus maniobras para enriquecerse a costa del erario o del trabajo honrado de los demás.

En 2003 la ONU estableció el 9 de diciembre como el Día Internacional contra la Corrupción, una efeméride que trata de crear conciencia de cuán necesario es frenar ese mal que aqueja a todas las sociedades y combatir a todos aquellos que se aprovechan de un cargo o de una posición de poder para enriquecerse de manera ilegal.

El lema para el 2023 es: “A 20 años de la Convención de la ONU: uniendo al mundo contra la corrupción”.
La corrupción tiene un costo que se paga en dinero para comprar la complicidad de los funcionarios. Según datos de la misma ONU, cada año se paga aproximadamente un billón de dólares en sobornos (esto es un 1 más 12 ceros a la derecha), pero también se roban 2.6 billones de dólares mediante la corrupción, es decir un total del 5% del producto interior bruto (PIB) mundial.

Asimismo, se paga en vidas humanas cuando se trafican personas para explotación sexual y las autoridades hacen la vista gorda; cuando se roban fondos para la salud y los hospitales quedan reducidos a edificios deteriorados incapaces de brindar servicios elementales, o cuando se permite el contrabando, lo que significa robarle al Estado.

Entre las consecuencias de la corrupción figura la impunidad, que es la ausencia de castigo a los delitos, lo que incrementa la criminalidad y ahuyenta la inversión extranjera, genera inseguridad jurídica, aumenta las trabas burocráticas para montar cualquier negocio. Así hay menos posibilidad de conseguir un trabajo digno y el subdesarrollo se perpetúa, crece el clientelismo político y eso genera más corrupción.
Una manera de conmemorar este día debiera ser informarse para controlar mejor a las autoridades, denunciar, ahora con la ventaja de las redes, cada acto sospechoso del que se tenga noticia y transformarnos en agentes de cambio, porque aunque la corrupción está presente, entre todos debemos pelear para erradicarla.

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