República Dominicana estuvo bien representada en la 26ta. conferencia de la ONU para el Cambio Climático, la COP26, celebrada Glasgow, que finalizó la noche del sábado, un día después del previsto.
Un honor para el país integrar las casi 200 naciones de la COP26, porque para los dominicanos es importante estar en la mayor respuesta a una amenaza global, porque somos un estado insular, lo que nos hace más vulnerables a la variabilidad del clima.
Llegamos a Glasgow como uno más de los países chiquitos a una cita de las naciones más poderosas, pero a juzgar por los informes servidos no pasamos inadvertidos por el desempeño de nuestros técnicos en las negociaciones y por el rol de nuestra delegación en los diferentes foros y contactos.
No se puede decir que hemos vuelto con las manos vacías, pero en este cónclave ocurrió lo de siempre: culminó sin perspectivas ni posibilidades de concreción. La experiencia internacional enseña que esos diálogos no conducen a nada, principalmente porque los que participan no tienen mecanismos para implementar decisiones.
A una conclusión similar llega el periodista Oscar Guedez en su reporte para elCaribe, que recomendamos leer en esta edición: “El documento final de Glasgow no termina de poner en blanco y negro los compromisos de los casi 200 países firmantes”.
Tampoco aterrizaron en un tema clave, el financiamiento, sobre el que el documento final se queda en solo un llamado para que los países desarrollados dupliquen la financiación registrada en 2019, precisamente cuando la ONU alerta de que los aportes a la fecha no alcanzan ni al 30% del compromiso de los países desarrollados.
Dicen sus promotores que el mayor logro de la COP26 fue haber finalizado varios artículos pendientes del reglamento de aplicación del acuerdo de París, pero eso es insuficiente para el enorme despliegue mundial que se hizo.
En el caso dominicano, los pálidos resultados de Glasgow obligan a multiplicar el compromiso y a continuar motivando a una población indiferente ante un fenómeno que afecta a toda la humanidad: el calentamiento global y, en consecuencia, el cambio climático.
