Cada año, desde 1993, se celebra el 22 de marzo el Día Mundial del Agua, aunque el término celebrar es cada vez más un decir, porque la degradación del planeta ataca precisamente este recurso vital para la existencia de los seres humanos y de la vida en todas sus formas.

Esta fecha crea conciencia e inspira acciones para abordar la crisis mundial del agua y el saneamiento, debido a que 2,000 millones de personas viven todavía sin acceso a agua potable. Se trata de una celebración coordinada por ONU Agua y cuyo tema anual está alineado con el lanzamiento del Informe Mundial de la ONU sobre el estado de los recursos hídricos.

Seguramente habrá discursos encendidos desde diferentes ámbitos, pero toda esa fraseología seguirá siendo solo juegos de palabras mientras no se aborde con seriedad la Ley del Agua, que lleva años manoseada y dando vueltas, en el Congreso.

Es que mientras en nuestro país la cobertura de suministro del agua potable siga siendo menor del 80% (Enhogar) y en tanto apenas el 11 % la reciba un solo día por semana, el problema de la provisión de agua no solo continuará, sino que se agravará con el tiempo.

Este año el Día Mundial del Agua coincide con el arranque de la Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023, que tendrá lugar desde el 22 al 24 de marzo, en Nueva York.

Esta conferencia será una oportunidad única para buscar soluciones a la crisis actual del agua y del saneamiento.

El problema del agua es consecuencia de una serie de factores en los que la mano del hombre es la principal causa, por la destrucción de los bosques, que se talan para negociar con la madera o se queman para implantar cultivos que degradan el medio ambiente, como la soja, por ejemplo.

La masa de agua que cubre el planeta es el recurso más importante que sostiene la vida de los seres humanos, de los animales y de las plantas. La contaminación ambiental, que genera la lluvia ácida que mata los cultivos y degrada los suelos, aumenta con los años sin que la sed de ganancias de las grandes potencias haga algo por siquiera disminuirla.

Antes de que el agua se convierta en causa de las próximas guerras, las clases dirigentes tienen que actuar, para evitar que los seres humanos pasen a formar parte del pasado de este planeta.

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