Esta semana se celebra en Seúl el Congreso Mundial de comunicadores católicos SIGNIS, evento para el que el papa Francisco puso énfasis en un punto que le ha caracterizado: luchar contra la mentira y la desinformación, especialmente en el mundo digital.

No deja de reconocer el santo padre que la revolución que se ha producido en los medios sociales ha demostrado ser un poderoso instrumento para promover la comunión y el diálogo dentro de nuestra familia humana.

Pero ha tenido como contrapartida la propagación de la “toxicidad, discursos de odio y noticias falsas” ante lo que hay que desarrollar, en particular entre los más jóvenes, “un sano sentido crítico, aprendiendo a distinguir la verdad de la mentira, el bien del mal”.

Es una prédica con la que comunica esperanza y confianza, con la que obliga a la reflexión a los que tienen responsabilidades de dirección en los medios, a los comunicadores y a los preocupados por la autenticidad y por la calidad de las relaciones humanas.

“La comunicación no es sólo una profesión, sino un servicio al diálogo y al entendimiento entre los individuos y las comunidades más amplias en la búsqueda de una convivencia serena y pacífica”, afirma el sumo pontífice, con lo que concordamos, debido a que es la mejor manera, con la buena noticia, de favorecer actitudes proactivas y responsables en las personas.

Cada día abruman las informaciones negativas sobre corrupción, tráfico de drogas y trata de personas, abuso infantil, violencia de género, conflictos fronterizos y daños al planeta.

Es un escenario por el que a veces se siente, como diría el poeta, que hay tanta maldad que las sombras devoran la luz, y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

Pero mensajes de aliento y de orientación como los que nos envía el papa, inducen al compromiso de hacer, de trabajar para que las personas y su entorno inmediato sean algo mejor.

Dice una amiga terapeuta que es así como podemos lograr pequeños pero significativos milagros cada día, y la manera de comprender que no es tan difícil abrir espacios de esperanza.

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