El peligro acecha

La República Dominicana apareció muy bien situada en 2012 en materia carcelaria en un informe denominado “Situación Penitenciaria en América Latina y el Caribe” del criminólogo Elías Carranza.

La República Dominicana apareció muy bien situada en 2012 en materia carcelaria en un informe denominado “Situación Penitenciaria en América Latina y el Caribe” del criminólogo Elías Carranza.

El informe concluía que en general el panorama era muy grave, signado por “alta violencia, numerosas muertes y delitos” y gravísimas violaciones a los derechos humanos, tanto de las personas privadas de libertad y hasta de los funcionarios.

Entonces se valoró el programa de reforma penitenciaria en República Dominicana como “un ejemplo de reforma integral exitosa”, pero tememos, para no ser categóricos, que aquella percepción se ha quedado atrás y que el proceso está estancado, pese a que los gestores de la reforma son los mismos, en el mismo gobierno.

Tenemos 19 prisiones manejadas por técnicos entrenados para la labor de vigilancia y tratamiento penitenciario, formados en la Escuela de Capacitación Penitenciaria. Con el “viejo sistema carcelario” quedaban al menos 20 prisiones.

¿Qué ha pasado? La respuesta la tienen las autoridades.
Asistimos a la permanencia de dos sistemas de recintos carcelarios. El tradicional y el “nuevo modelo” que con los años se ha hecho viejo, pues vemos que en el mismo se escenifican situaciones típicas de las tan criticadas prisiones tradicionales manejadas por policías o militares.

Los asesinatos de dos internos en una cárcel “modelo” de San Pedro de Macorís nos sugieren que hay problemas.

Los mismos problemas de sobrepoblación, violaciones de derechos, violencia, tráfico de todo tipo, incluso armas, como puede verificarse con los hechos escenificados ayer en Nagua, donde murió un recluso y cinco personas resultaron heridas, incluidos funcionarios.

El procurador general de la República viajó ayer a San Pedro de Macorís para confirmar el desastroso estado de la “preventiva”: sobrepoblación y hacinamiento como denunció la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, con más de 104 internos de los que puede albergar. Y en Santiago, la recurrente queja de que en Rafey se maltrata a los prisioneros.

En fin, parece necesaria una nueva mirada sobre el régimen carcelario, que implique profundizar en la reforma y abandonar para siempre el “viejo modelo” reproductor del crimen y la violencia, porque el peligro acecha.

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