Hasta los primeros días de mayo, el país había sufrido una de las sequías más prolongadas de los últimos 20 años. De hecho, empezó a sentirse el año pasado y se extendió hasta mayo de este año, cuando entendíamos que había empezado a ceder.
Pero no ha sido así. Ya la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) advirtió que Los Alcarrizos, Pantoja y Pedro Brand de Santo Domingo Oeste y otros sectores del Distrito Nacional sufren escasez de agua por la baja oferta de varios sistemas de abastecimiento, especialmente en las cuencas de los ríos Haina, Isa, Isabela, Duey y Los Montones.
La disminución de las lluvias también ha influido en otros sistemas que alimentan el servicio de agua en la Capital, pero hasta ahora se mantienen en niveles adecuados. Sin embargo, en la zona Este de Santo Domingo, donde la fuente de abastecimiento es mediante pozos, también el suministro está siendo afectado.
Se conjugan dos factores, una evidente disminución de la oferta de agua por escasez de lluvia, lo que sugiere que la sequía persiste, y una baja disponibilidad de energía en las redes que alimentan los sistemas de bombeo, particularmente en la zona Este del Gran Santo Domingo.
El verano, con el incremento de las temperaturas, aumenta la demanda de agua, escasa por demás, y de electricidad que también ha caído por la salida de varias plantas y un mayor consumo en estos tiempos.
Es decir, que estamos en las puertas de una nueva disminución del servicio de agua que podría devenir en crítico, y al mismo tiempo, una baja en el suministro eléctrico que se manifiesta en el incremento de los apagones que afectan a todos los abonados al sistema eléctrico, desde hogares, comercios y empresas.
Una situación incómoda que impacta a todos. Originada por efecto de los cambios en el comportamiento del clima y por los déficits en el servicio eléctrico.
Dos retos que las autoridades deben afrontar oportunamente. Combinados nos hacen la vida más difícil, y con tantos conflictos políticos, claramente angustiante.
