Puede considerarse que hoy concluye un período dentro del proceso que vivimos frente al COVID-19, más de 15 días después de que el presidente de la República Danilo Medina emitiera el primer decreto mediante el cual dispuso el toque de queda desde el 17 de marzo, y posteriormente, otras medidas adicionales.
Con la prolongación del toque de queda, mediante el decreto 242-20, se pasa a una nueva fase, durante la cual los dominicanos deberíamos asumir con más rigor el distanciamiento social y el aislamiento hogareño para evitar la propagación del coronavirus.

El período que inicia el lunes resulta propicio para ello, pues normalmente entrábamos en la celebración de la Semana Santa, cuando las actividades se reducían significativamente, desde el lunes, con la suspensión de la docencia, una suerte de vacaciones de primavera, y posteriormente, desde el jueves, cuando un alto porcentaje de dominicanos se recogía de distintas maneras.

De modo que en lo que es el impacto económico por la extensa suspensión de las actividades productivas y los servicios, por el período de la celebración religiosa habitual de la Semana Mayor, el efecto, en términos figurados, se torna relativo.

No está de más verlo de esa manera, ante tanta pesadumbre. Mirar los asuntos desde una perspectiva constructiva, positiva, nos ayuda a aceptar la realidad en un temperamento más sereno.

Hoy, cuando comienza el descanso de fin de semana, deviene en oportunidad para seguir apostando al recogimiento, a mantener el distanciamiento social como la mejor forma para prevenir el contagio de COVID-19.

En el fin de semana siempre habrá menos motivos para salir en estas condiciones en que todos vivimos.

Fortalezcamos el sentido de recogimiento para contribuir al necesario afán por sobrevivir.

No olvidar que en cada uno de nosotros está la fórmula para detener al indeseable coronavirus.

Vayamos a una nueva fase con la esperanza de que tendremos mejores resultados.

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