Se está dando como un hecho el despliegue en Haití de una fuerza armada internacional “especializada”, cuya peculiaridad es que no serán cascos azules de la ONU ni efectivos regulares de ningún otro país.

Esa intención resulta más compleja con lo expresado por Linda Thomas-Greenfield, embajadora estadounidense, durante la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad el pasado lunes: “La misión propuesta no es de la ONU, sería por tiempo y alcance limitado y estaría encabezada por un país aliado”.

Para complicarlo más, tampoco identificó a ese país, aunque dijo que cuenta con “la experiencia requerida para que una labor así pueda ser efectiva”.

En dicha reunión Haití quedó en el medio, bamboleando al compás de otras grandes potencias como Rusia, que invitó a sopesar cuidadosamente las consecuencias de utilizar contingentes extranjeros, y de China, que enfatizó el rechazo de “varios partidos de la oposición haitiana” a la presencia de fuerzas extranjeras.

El debate se centra en la movilización de “una fuerza armada internacional especializada” que ayude a mejorar la seguridad para que se pueda entregar ayuda humanitaria urgente a millones de personas, pero poco se habla del futuro inmediato, de lo que vendría después.

Tampoco se mencionan puntos clave, como intentar que los propios haitianos, o al menos una mayoría de sus sectores más representativos, logren algún tipo de acuerdo, ni la parte política, la estrategia a desplegar para responder a la pregunta de quién gobierna ¿Acaso dejarían al mando al desacreditado Henry? No se menciona una ruta para la reconstrucción, ni el abordaje ni los recursos para encarar la crisis humanitaria (agua, medicinas, alimentos, despeje de aeropuertos y puertos).

Una fuerza armada ajena a la ONU, aunque actúe en nombre de un país “amigo” resulta difícil de legitimar en el derecho internacional; tampoco se explica si negociará una rendición de las bandas armadas o las combatiría.

Pero lo que nadie aclara es si esta intervención armada vendrá a defender los intereses del pueblo haitiano, si promoverá una institucionalización o solamente restablecería la misma situación de miseria, injusticias y desigualdades que predominaba antes de que se agudizara la crisis.

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