El pasado 9 de este mes, la agencia española Efe, nos trajo una noticia curiosa: “El agua, la base de la vida en la Tierra, comenzó a cotizar en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street debido a la escasez de este bien, cuyo precio fluctuará ahora como lo hacen el petróleo, el oro o el trigo”.

El ingreso del agua en el mercado de futuros de materias primas tiene significativa atención en California, Estados Unidos, una de las regiones de ese país donde ese insumo para la vida se ha vuelto cada vez más escaso. Los futuristas identifican ese territorio como uno de los más vulnerables al cambio climático, lo que se refleja en los rutinarios incendios de efectos catastróficos.

La nota sugiere que la llegada del agua al mercado de materias primas permitirá, según los expertos, una mejor gestión del riesgo futuro vinculado a este bien.

De acuerdo con Naciones Unidas, 2,000 millones de personas viven en países con graves problemas de acceso al agua, mientras que en los próximos años dos tercios del planeta podrían experimentar escasez de agua y millones de personas podrían verse desplazadas por ese motivo.

El pasado 27 de este mes, este diario alertaba acerca del letargo dominicano para decidir sobre una legislación sobre el recurso agua. Tenemos una iniciativa que lleva 15 años en el Congreso Nacional.

Nadie discute la importancia de una ley de esta naturaleza. Quienes gobiernan la Nación han dicho que priorizarán la aprobación de iniciativas claves. La normativa sobre agua debía estar entre ellas.

En efecto, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha analizado “el estado mundial de la agricultura y la alimentación 2020”, y los retos que plantea la escasez de agua en el mundo.

Sostiene que se debe accionar urgentemente para garantizar una gestión sostenible del agua para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) vinculados con este recurso, porque impacta los demás objetivos, y sin una gestión adecuada, los propósitos de las políticas de seguridad alimentaria están condenados al fracaso, y por extensión, el plan de Hambre Cero.

El agua requiere atención fundamental. Su valor esencial no resiste ningún debate.

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