Se cumplieron ayer 523 años de la fundación de la ciudad de Santo Domingo (1498-2021), ocasión que fue recordada con varios actos por la Alcaldía del Distrito Nacional en los que fue resaltado su valor histórico como primera ciudad del Nuevo Mundo.
No es momento de entrar en disquisiciones ni contrarrestar puntos de vista acerca de la fecha exacta de la fundación o del lugar que ocupa entre los primeros enclaves de los colonos españoles.
En cambio sí consideramos oportuno atesorar en su real dimensión nuestra zona colonial, declarada en 1990 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Coinciden los historiadores en que pocas ciudades de esta parte del mundo pueden darse el lujo de albergar la primera Catedral de América; el primer castillo (Alcázar de Colón); las ruinas del primer monasterio; el Museo de las Casas Reales, la más antigua fortaleza y la Iglesia del Convento Dominico, el primero en América, para solo mencionar algunas de sus joyas arquitectónicas.
Sometida por años a permanentes procesos de remodelación para preservar el importante patrimonio histórico que representa, quizá la Ciudad Colonial no ha sido un fuerte referente como destino turístico. No descartamos ni desvalorizamos muchos esfuerzos en ese sentido, pero es evidente que nunca ha sido prioridad en la agenda del sector.
El visitante se ve hoy limitado por esa prolongada remodelación y por las odiseas para el aparcamiento, por lo que transitar por sus calles, a pie o en vehículo, se hace muy difícil.
Se necesita la colaboración de los que la habitan, de sus comerciantes y mercaderes (baste recordar la resistencia para convertir la calle el Conde en peatonal y contra los pilotillos para facilitar el tránsito de los caminantes). También debiera contar la zona con un plan particular para la disposición de los residuos sólidos.
Ojalá este aniversario encamine a nuestras autoridades, y a los vecinos del área, tras el objetivo común de convertir a este patrimonio de la humanidad en un destino que forme parte de nuestra identidad como dominicanos, y que exhibimos con orgullo ante los ojos del mundo.
