Una apreciable parte de la población dominicana, que probablemente sea cada vez mayor por el ritmo y signo de los tiempos, posiblemente ni se haya enterado de que ayer fue el Miércoles de Ceniza, con el que se inicia el período de cuaresma que culmina el Domingo de Resurrección.
No es la intención recriminar a nadie por no estar enterado de la festividad religiosa, pero traemos el tema porque encierra mucho de nuestras creencias y de la idiosincrasia popular.

Incluso, para más pertinencia, para el próximo domingo el Ministerio de Cultura anuncia la celebración del desfile nacional del carnaval, verdadera imprudencia en tiempos de pandemia, que también resulta molesto a la Iglesia católica, cuya jerarquía lo califica de fiesta pagana.

Pero no nos desviemos del propósito del comentario, aunque de refilón haya que hacer un paréntesis para decirle a la Iglesia católica que debiera ser más tolerante y respetar los espacios porque, visto sin sesgo, el carnaval también es parte de nuestras tradiciones y expresa la cultura nacional.

Este será el tercer período de cuaresma en tiempos de pandemia, pero este año, por la flexibilidad que hay en las restricciones, más creyentes acrecentarán la espiritualidad del período en el que solidifican su fe vinculada a la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

Con cada año en la cuaresma también se expresan los cambios que vive el mundo actual al ritmo avasallante de la mentada globalización, con la que se paga el precio de sustituir lo autóctono por lo foráneo y se posibilita elegir como si nada a Barrabás en vez de a Jesús, solo por no contrariar voces de la muchedumbre.

Estos son tiempos tan rápidos que van dejando en el camino valores esenciales como hermandad y solidaridad mientras florecen el odio y el egoísmo.

Es tanto así que no solo se escogería a Barrabás, sino que, a propósito de que este período de cuaresma finaliza el Domingo de Resurrección, si el Señor retornara sería crucificado de nuevo, aunque hay quienes creen, y les sobran razones, que no sería necesario porque su crucifixión se produce todos los días.

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