Este título que evoca la novela homónima de León Tolstoi permite traer a colación lo mucho que en estos días se ha pronunciado aquí la palabra paz, a propósito del Congreso Mundial del Derecho, para anteponerla a términos como guerra y uso de la fuerza, y reivindicar el imperio de la ley. También resulta propicio en esta semana cuando se conmemora el Día de la Victoria en recuerdo de los millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial.

Y es positivo hablar de paz en coincidencia con el inicio del cónclave que sustituirá a Francisco, que se despidió con una condena, en su mensaje de Pascua, a la “carrera de rearme” y a la violencia en diferentes partes del mundo.

Saludamos los reiterados llamados a la paz y al predominio de la ley durante el Congreso Mundial del Derecho, con los deseos de que siga apegado a esa línea sin distorsiones, como la que advirtieron muchos al entregar el premio a la Paz y la Libertad, en la edición anterior de 2023 en Nueva York, a Ursula von der Leyen, presidenta de la Unión Europea, comprometida totalmente con avivar la guerra en Ucrania.

En la víspera del Día de la Victoria en Rusia y del Recuerdo y Reconciliación en Honor de quienes Perdieron la vida en la Segunda Guerra Mundial, instituido por la ONU, retomamos el discurso del papa Francisco, único clamor en el mundo sin sesgo ni hipocresía para finalizar la conflagración en Ucrania, que denominó “guerra insensata”.

En la bendición Urbi et Orbi, ante 50,000 personas en la plaza de San Pedro para la misa del Domingo de Resurrección, y antes de su último recorrido en el papamóvil, Francisco también denunció la dramática crisis humanitaria en Gaza, y oró por el sufrimiento de las comunidades cristianas del Líbano, Siria y Yemen.

Al recordar el final de la segunda guerra mundial, con sus 50 o 70 millones de muertes, 100 millones según algunos, y frente a tantos discursos por la paz, hay que reclamar a todo el que tenga posibilidad de frenar las guerras que no mire para otro lado mientras los pueblos sufren. Que el eco de la voz del papa retumbe donde hay conflictos, y lamentemos que, entre tantas poses y discursos, la ausencia de paz sea uno de los mayores padecimientos de la humanidad.

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