La procuradora general de la República puso en la palestra el tema de la moral, y lo hizo en defensa del procurador adjunto Juan Medina de los Santos, contra quien, dice la magistrada, existe una campaña de especulaciones y conjeturas que podrían dañar su moral.

“La moral es algo fácil de maltratar, difícil de reparar, que nadie tiene derecho a empañar injustificadamente”, asegura en referencia a la persona recientemente separada de la Inspectoría General del Ministerio Público.

En otro contexto, en marzo de 2018 en una entrevista a elCaribe afirmó: “Hay mucho escarceo mediático con respecto a un proceso y se dicen las cosas de una manera que ya ese individuo, desde el primer instante, está marcado. Resulta que después con la administración de las pruebas, con los testimonios, con los peritajes, con todo, resulta que no era así… pero ya ese individuo no tiene manera de recuperar su honra”.

Acierta la procuradora en ambos escenarios, tanto en lo difícil de reparar el daño moral cuando se inflige públicamente y en cuanto al escarceo mediático en los procesos judiciales.

Una de las prácticas más innobles que se han instalado en el país y que desde el Ministerio Público se puede contribuir a desmantelar porque algunos casos trascienden a los medios de comunicación no por azar ni por obra y gracia del espíritu santo, es la presión y distorsión que imponen los casos judiciales sumamente mediáticos.

Se transgreden principios básicos como la presunción de inocencia, la que obliga al respeto procesal y personal y a preservar el derecho al buen nombre; también el cumplimiento del debido proceso y la observancia escrupulosa de la dignidad de las personas investigadas.

Estamos a tiempo de enderezar el rumbo, y es la razón por la que coincidimos con lo expuesto por Miriam Germán en que “la moral es algo fácil de maltratar, difícil de reparar”.

Los escarceos mediáticos y las especulaciones y conjeturas de que ella se queja son lo más parecido al Foro Público trujillista, de triste memoria por su método infamante de insidias y vituperios, con condenas a partir del rumor público.

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