Ya vimos que la Conferencia del Episcopado Dominicano emitió un comunicado a propósito de la celebración el 21 de enero del Día de la Altagracia, como es tradición. Y esta vez centró su atención en el proceso electoral y pasó balance a los más acuciantes problemas de los dominicanos.

Ayer el Consejo Dominicano de la Unidad Evangélica (Codue) hizo un “llamado al establecimiento de una cultura de paz en la República Dominicana”, que igual aborda diferentes aspectos de la vida nacional, con el proceso electoral como eje central.

En las dos expresiones religiosas de más arraigo existe una actitud de orientación a los ciudadanos sobre el papel a asumir en las elecciones.

Es una indicación de la comprensión de que las decisiones políticas influyen en la vida de los pueblos y que las elecciones son la vía para escoger a quiénes habrán de dirigir el Estado y sus resortes de poder.

Indica además que ya la cuestión política no es un tabú, pues en el pasado las denominaciones protestantes eran “alérgicas” al tema político, lo que sugiere que cada vez es más activo el rol que pueden jugar quienes siguen una corriente religiosa.

Por eso, los partidos suelen tener un capítulo de cultos, a través del cual les dan seguimiento especial a los ciudadanos que militan en la fe cristiana.

El llamado de los evangélicos tiene una amplia coincidencia con el documento de la Conferencia Episcopal, en que el proceso se caracterice por la paz, que los actores mantengan una conducta cívica y en demanda de que cesen las prácticas aberrantes a que conducen las políticas negadoras de los más preciados valores cristianos y ciudadanos.

Coinciden en el apoyo a la Junta Central Electoral, exhortan a los ciudadanos a votar por valores y “no por colores”, por candidatos con propuestas creíbles. Votar por candidatos defensores de valores como el derecho a la vida, la defensa de la soberanía y la identidad nacional y en rechazo a la corrupción.

Y llaman a los cristianos a votar masivamente.

Cada vez más la sociedad en sus diferentes expresiones quiere participar en la construcción del futuro institucional mediante el sufragio. Los evangélicos también.

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