El Informe “Anuario de Estadísticas Vitales 2023”, publicado la semana pasada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE), registra un total de 156,024 nacimientos, de los que el 82.57% (128,829 ) corresponde a madres dominicanas y 16.67% (26,009) a haitianas. Juzgue usted mismo.
Pero en ese total de parturientas una cifra que parte el alma es que el número de partos de adolescentes en 2023 fue de 18,545, total que seguramente aparecerá quien lo celebre y diga que avanzamos porque en el 2011 los nacimientos de madres adolescentes totalizaron 43,075, o sea, hoy son 24,530, cifra menor que hace 12 años.
El descenso podría servir de consuelo, pero siguen siendo lacerantes en República Dominicana los embarazos de adolescentes y uniones tempranas, tanto que según estadísticas recientes del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) el 32 % de las niñas asume uniones tempranas y el 20 % tiene su primer hijo antes de los 18 años.
Como si fuera poco (datos del Gobierno), casi el 20% de los nacimientos, abortos y pérdidas gestacionales atendidos en centros sanitarios públicos en 2022 correspondieron a adolescentes menores de 19 años.
Según el “Anuario de Estadísticas Vitales 2023” de la ONE, 156 de las 18,545 niñas que alumbraron en 2023, tenían entre 9 y 13 años (una de 9 años, tres de 11 años, 15 de 12 y 122 con 13 años).
Otro flaco consuelo al abordar esta cifra de 18,545 que dieron a luz en 2023, es que representa una disminución de 1,294 embarazos tempranos respecto al 2022, cuando ascendió a 19,839.
Poco a poco bajan estos números, pero a leguas se ve que es necesario aportar más a las políticas públicas para el sexo femenino, para exhibir logros contundentes en lo que se origina en gran medida por la indiferencia de un Estado que históricamente ha incumplido sus responsabilidades con nuestras niñas y adolescentes.
Está harto demostrado que las uniones tempranas tienen un fuerte impacto en la fecundidad, en la mortalidad infantil, en la desnutrición crónica, en el abandono escolar, en los ingresos de las mujeres y en el desarrollo en la primera infancia.
El embarazo temprano es una desgracia que trunca las esperanzas y los sueños de las niñas al quitarles toda posibilidad de desarrollarse en un ambiente sano, donde puedan estudiar, forjarse un futuro y crecer al margen de todo tipo de vicios.