Sin entrar a considerar si fue parcial, total o un fracaso la huelga convocada para ayer por un conjunto de grupos que se adjudican la representación de distintos sectores sociales, esa protesta ha sido un gran despropósito; por inoportuna.
Además de insensata, porque si bien hay que convenir con los convocantes que son muchos los apremios y limitaciones que tiene la población, no menos cierto es que nuestros gobernantes están lidiando con una situación compleja.

Al presidente Abinader hay que reconocerle el esfuerzo desplegado, porque asumió el poder en medio de la crisis sanitaria por el coronavirus, que tuvo un fuerte impacto en la economía, y cuando no bien empieza a enderezar el rumbo se sienten los estragos de la guerra en Ucrania.

Otro punto que no admite discusión es que el derecho a la protesta es legítimo, legal, y debe ser respetado, aunque se vea empañado en ocasiones por oportunistas y políticos que intentan sacar ventaja y no hacen más que desacreditar al movimiento.

O sea, y vamos a citar a monseñor Francisco José Arnaiz: “Las justas reclamaciones por graves problemas objetivos no son en sí reprensibles. Reprimirlas por la fuerza es atizarlas y hacerlas coger caminos equivocados. Darles un giro vandálico, sin embargo, es corromperlas y hacerlas injustas y merecedoras de repulsión”.

Incluso, cuando en este tipo de movimientos huelguísticos se presentan hechos violentos, se desnaturalizan o retrasan las reivindicaciones, por justas que fueren, y en lugar de integrar a la comunidad o al barrio, la gente, temerosa, se recluye en sus hogares y el trabajador no puede llegar a la fábrica ni el empleado a su oficina.

Otro vicio recurrente de estos paros o huelgas es que se convocan de manera viciosa, sin consultar y mucho menos informar directamente en asambleas al conglomerado al que dicen representar.

Una última cuestión: el Gobierno no puede hacer otra lectura que pasar balance, sopesar el alcance que tuvo la convocatoria y actuar en consecuencia, por lo que bajo ninguna circunstancia esa respuesta puede ser la represión, sino dialogar y pactar las resoluciones que le resulten posibles.

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