Podrían estar en lo cierto los partidos de la oposición al reaccionar con cautela frente al llamado que en su alocución del miércoles formuló el presidente Luis Abinader a todo el liderazgo político, social y empresarial para que, citamos: “Unidos podamos cambiar a la República Dominicana”.
Es una aseveración muy general porque en esa expresión de “cambiar a la República Dominicana” caben tantas posibilidades y es tan poco explícita, que difícilmente el liderazgo político no afín al Gobierno la suscriba.

Además, un partido de oposición no va a digerir con facilidad, a no ser que renuncie a su rol, el pedido de que cesen las diferencias políticas y abordar, “todos juntos”, el tema de las reformas.

Aunque sería la reacción natural en el comportamiento de un político o partido opositor, habría que esperar a ver cómo lo aceptan los sectores social y empresarial a los que también va dirigida la propuesta.

Pero lo que no debe existir, y a eso apunta esta nota editorial, es desesperación ni precipitación en la respuesta, sino esperar los términos de la comunicación que prometió enviarles el mandatario.

Hay que tomar en cuenta que sus palabras, en el contexto que se produjeron, evidenciaron muy buenas intenciones y están inspiradas en su deseo de un mejor país.

Cada sector debiera aportar hasta donde pueda sin que eso implique renunciar a sus intereses y proyectos particulares, y pensar en todo momento y circunstancia en la necesidad de colocar al país por encima de malquerencias y rivalidades.

A los sectores a los que está dirigida la propuesta unitaria del presidente Abinader, que esperen la comunicación prometida para ver su concreción, sin que haya reacciones emotivas, agresivas e irreflexivas, que aportan poco.

Si desde la intención inicial se invoca el bienestar colectivo; si de entrada se expresan buenas intenciones, debiera echarse a un lado todo prejuicio y aguardar a que el presidente exponga con más claridad eso de unir a todos los sectores para cambiar a la República Dominicana, incluidos, lo que luce ambicioso, hasta aquellos con los que se tienen diferencias políticas.

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