De entrada hay que saludar la presentación ayer, en el sector de Cristo Rey, del plan piloto de la Estrategia Integral de Seguridad Ciudadana “Mi País Seguro’’.
Asistimos a una ambiciosa iniciativa que tendrá como punto de partida la recolección y entrega voluntaria de armas de fuego y la identificación del registro de motocicletas.

Es un plan relevante con el que se pretende prevenir la criminalidad y erradicar el delito.

Hasta ahí todo bien, porque la propuesta contempla además la integración de los sectores sociales, religiosos, empresariales y políticos.

Lo que no es justo es que con cada gobierno tengamos un nuevo plan de seguridad ciudadana, diferente o muy parecido al anterior, pero que en lo fundamental reniega de todo lo que se haya logrado.

Si miramos hacia atrás siempre es la misma historia.

Solo hay que hacer memoria y recordar, para no ir muy lejos, que el plan aplicado en el período de Leonel del 1996 al 2000 fue echado al zafacón cuando arribó Hipólito Mejía y así sucesivamente hasta el sol de hoy, cuando el presidente Abinader ha proclamado que estamos ante el plan “más ambicioso, grande y organizado que jamás haya tenido la nación dominicana”.

Apostemos al éxito de este nuevo plan, confiados en la buena voluntad y disposición de sus patrocinadores, y esperanzados en que se golpee en sus raíces un mal que como la inseguridad ciudadana azara la existencia del dominicano.

Satisface también que las autoridades hayan dicho que afrontarán el problema de manera integral y de largo plazo, y no coyuntural, aunque son expresiones que suenan familiares.

Solo resta sentarse a esperar, de muy buena fe, por resultados concretos, porque mirarlo todo malo o todo bueno es obra de ociosos.

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