Algo bueno de estos días en medio de la tragedia por las muertes de ciudadanos en diferentes circunstancias, luego de estar apresados y esposados, ha sido la vigorosa reacción de la opinión pública, que ha obligado a que se empiecen a ver consecuencias.
Pero negativa fue la extraña decisión de impedir que el director de la Policía acudiera a una invitación de una comisión de la Cámara de Diputados, a explicar los abusos de los policías bajo su mando.
Lució simplista la explicación de que su forzada inasistencia la motivó que en su lugar acudiera de improviso su superior jerárquico, lo que sentaría un mal precedente porque se pudiera establecer que el funcionario a cargo y responsable directo no es el que debiera rendir cuentas, sino su superior inmediato, con lo que quedaría liberado hasta de dar explicaciones.
En el primer caso, la reacción de la opinión pública ratifica cuánto está atenta y se levanta en demanda de asuntos que afectan a la gente, lo que es clave para la construcción de un poder ciudadano que obligue a ser tomado en cuenta y capaz de incidir y de alterar el rumbo de los acontecimientos.
Si ese empoderamiento se hace cotidiano, se estaría caminando hacia la construcción de una opinión pública vigilante, no una hechura de la manipulación mediática, sino la que coloque en el centro de todas sus decisiones lo que ansía la población y por fuera de intereses particulares.
En cuanto a la ausencia del director de la Policía, que consideramos negativa y extraña pues había previamente confirmado su presencia, olvidan sus patrocinadores que vivimos en una etapa de transparencia y de rendición de cuentas, no porque nadie en particular lo haya dispuesto o quiera que sea así, sino porque las instituciones, públicas y privadas, no tienen opción.
Podría interpretarse esta expresión como categórica, pero rendir cuentas, y más si es al pueblo, es algo que sucede solamente donde imperan regímenes democráticos, y como nosotros vivimos en uno, se trata de un ejercicio de transparencia que las sociedades que respetan la institucionalidad, como la nuestra, preservan y defienden.