Cada envío de dinero que llega al país desde el extranjero es, además de una ayuda económica para la familia que lo recibe, una demostración de que la persona que ha emigrado mantiene sus raíces en este suelo.
El valor y aporte de las remesas es una realidad no solo para República Dominicana, sino en gran parte del mundo.
En la última década, los migrantes a nivel internacional han enviado cinco billones de dólares a países de renta baja y media, lo que supera la ayuda oficial al desarrollo e iguala la inversión extranjera directa. Más de un tercio de estos fondos llega a las zonas rurales y se calcula que cuatro billones de dólares adicionales se enviarán en los próximos años.
En reconocimiento a esa contribución se ha instituido el Día Internacional de las Remesas Familiares, establecido por el FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola) en 2015 y reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2018, y se celebra el 16 de junio.
Este parte de las iniciativas para el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que busca reducir los costes de las transferencias y una mayor inclusión financiera mediante las remesas.
En nuestro país las transferencias recibidas en 2024 totalizaron US$10,756 millones, con un aumento de 5.09% respecto al 2023, y hasta abril de este año sumaron US$3,917.4 millones, un 12.10% más que en igual período 2024.
Es un dinero penosamente ahorrado por los migrantes, gente pobre que parte en busca de una mejor vida, sin olvidar a su familia que se quedó en el país, de ahí que no debiera considerárseles “dominicanos ausentes”, porque todos los lazos que los unen a esta tierra siempre están con ellos, por más lejano que sea el punto del planeta al que se hayan ido.
Esas remesas contribuyen al desarrollo y forman parte del ahorro nacional, generan empleos, favorecen el consumo y son un paliativo para la pobreza de las familias que tuvieron que quedarse en el país.
Además, se calcula que una cuarta parte de esos fondos se destina a generar ingresos a largo plazo, como la vivienda, el ahorro, inversiones, educación y atención sanitaria.
Cuando hablamos de patriotismo, debiéramos reconocer este aporte de la diáspora, gente para la que el ahorro representa un sacrificio por su familia en la patria lejana, pero muy cerca de sus afectos y de su corazón.