Entre las noticias trascendentes del fin de semana hubo una que no tuvo muchas repercusiones pese a que toca directamente a un elevado porcentaje de mujeres dominicanas: las embarazadas que ingieren bebidas alcohólicas.

Datos del Ministerio de Salud Pública (MSP) indican que un 52 por ciento de las mujeres en estado de gestación en la República Dominicana consumen alcohol; la cerveza es la bebida de mayor demanda.

Las autoridades sanitarias, ante este hecho concreto de profundas raíces sociales y culturales, aprovecharon la conmemoración del Día Internacional del Síndrome Alcohólico Fetal para anunciar que preparan una resolución para que los colmados y colmadones no vendan estos productos a mujeres gestantes.

En esa actividad se adelantó que a partir del próximo año en todas las regiones del país se establecerán políticas de promoción y prevención para evitar este hábito que causa trastornos en el neurodesarrollo de los infantes.

Las afecciones derivadas del consumo de alcohol por embarazadas pueden dar como resultado niños que nacen con anomalías congénitas, discapacidad mental, trastorno del espectro autista, o un menor desarrollo cerebral.

Como ejemplo de cuán generalizado es este problema, las estadísticas oficiales muestran que solo en la maternidad Nuestra Señora de La Altagracia se han registrado 46 nacimientos de madres bebedoras en lo que va del 2022.

Es una situación preocupante que no será fácil resolver y a la que no se le está prestando la debida atención, aunque hay que saludar que al menos se han dado a conocer planes para abordarla.

Como se trata de un hábito tan arraigado, seguramente va a ser difícil de erradicar si no se elaboran programas conjuntos, que involucren a las instituciones sanitarias y educativas, y que apunten a orientar, pero también a educar a las mujeres de todas las edades en la importancia de desarrollar un embarazo sano.

Cada muchacha encinta representa una esperanza, una promesa de un futuro mejor para la patria, esto significa que gestar bebés saludables debiera ser una responsabilidad no solo de las mujeres, sino también de la familia, los padres, la escuela, las autoridades, es decir, la sociedad toda.

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