Venezuela

La complicada situación que vive Venezuela tiene que ser necesariamente motivo de preocupación, especialmente ahora, después que fracasó la posibilidad de encontrar una salida honorable para todos los actores políticos.

La complicada situación que vive Venezuela tiene que ser necesariamente motivo de preocupación, especialmente ahora, después que fracasó la posibilidad de encontrar una salida honorable para todos los actores políticos.

Las condiciones de vida se han degradado demasiado. La escasez de todo es una de las características principales del momento.
Faltan alimentos y medicinas, deterioro de los servicios de salud, desaparecen los medios de pago y campea la inseguridad, todo orlado por la caída de las fuentes básicas de riquezas del Estado.

El equipo gobernante obra “en nombre del pueblo”, y se conforma con atribuir la crisis al poderoso “enemigo exterior”, el imperialismo, pero no quiere darse cuenta cómo viene perdiendo base de apoyo. Ya se habla de miles de detenidos por motivos políticos.

La oposición, confiada en los aliados del exterior más que en sus propias fuerzas, desperdició la oportunidad de llegar a un entendimiento que posibilitara una salida institucional. Ahora se debate internamente sobre la participación en unas elecciones convocadas para el 22 de abril, en un tiempo conveniente para quienes detentan el poder. Lo peor es que no encuentran los medios para consolidar una propuesta unificada creíble que asegure una derrota al equipo gobernante, que no resuelve los problemas de la sociedad.

En una coyuntura como ésa, resulta desconcertante que el senador norteamericano Marco Rubio llame a los militares de Venezuela a derrocar al presidente Nicolás Maduro. Concuerda con la política de aislamiento trazada por Estados Unidos, centrada en imponer un boicot al comercio del principal producto de Venezuela.

Actitudes y expresiones como la del senador Rubio sólo sirven para que quienes gobiernan endurezcan su discurso e insistan en justificar la falta de eficiencia de sus políticas públicas en el boicot norteamericano.

La experiencia muestra que una política de esa naturaleza no decidirá la suerte de Venezuela. Sólo servirá para agravar la situación de los venezolanos, muchos de los cuales huyen hacia Colombia, Brasil y República Dominicana, y los que más pueden hacia Estados Unidos.

Los únicos llamados a encontrar soluciones son los venezolanos. El gobierno debe por lo menos crear un ambiente de confianza mínima que permita a la oposición participar.

El 22 de abril no parece la fecha indicada.

Posted in Editorial

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas