Las últimas semanas vinieron con mucha fuerza en el nuevo horizonte de Fundación Francina. Atravesamos por un proceso que ha pasado por nuestra incorporación al Consejo Económico y Social del Distrito Nacional y una mayor cercanía a otras organizaciones del sector social; en algunos casos, incluidas iniciativas de las que ya daremos más detalles.
Ese proceso alcanzó su momento culmen con la elección de la Fundación como parte de las 15 organizaciones del sector social que constituyen el Consejo Económico y Social de la República Dominicana (CES). La metodología fue interesante, porque, por un lado, fortalecimos alianzas que ya teníamos con otros actores de asociaciones sin fines de lucro, con áreas de abordaje distintas a las nuestras. Por el otro, tuvimos la oportunidad de iniciar acercamientos con instituciones que eran desconocidas para nosotros o con las que no habíamos entablado un diálogo.
Solo ese ejercicio justifica nuestra aspiración a ese espacio. Que fuéramos elegidos, gracias a la confianza 21 de las 42 organizaciones acreditadas, nos coloca en un sitial relevante para el programa de desarrollo económico que tenemos como país.
La presencia de voces diversas en un espacio de representación aporta valor al debate técnico. Esa diversidad abarca sectores como el laboral, el empresarial, el comunitario y el académico. Cada participante comparte experiencias concretas que ayudan a identificar problemas puntuales y proponer soluciones viables.
Fundación Francina, como es habitual en nuestro modo de operar, sumará su enfoque técnico, el análisis transversal de las discusiones y propuestas dirigidas a desmontar la idea de que la inclusión es un abordaje aislado y no integral en toda decisión de Estado. A la vez, nos centraremos en mantener la disposición a concertar alianzas, ahora no solo con organizaciones sociales, sino con otras entidades que puedan sumar a la construcción de consensos fuertes.
Como órgano que aglutina múltiples perspectivas, reconocemos la necesidad de diálogo y construcción colectiva en cada fase del trabajo. El intercambio de ideas exige escucha activa, respeto por las diferencias y voluntad para ajustar propuestas. Esa dinámica sostiene la búsqueda de acuerdos factibles y refuerza la confianza entre las partes. Hemos aprendido de experiencias en las que mesas técnicas diseñaron programas de alto impacto en comunidades vulnerables y generaron cambios medibles en indicadores de calidad de vida.
Entendemos que las políticas públicas, los planes de desarrollo y las decisiones estratégicas del país deben contemplar a todos los sectores sociales en igualdad de condiciones. Detectar brechas en ámbitos como educación, salud o empleo requiere la colaboración de entidades con distintas miradas. Instituciones académicas aportan estudios metodológicos que sirven de base para el diseño de intervenciones efectivas. De ese modo se aprovechan recursos de forma óptima y se previenen duplicaciones que reduzcan el alcance de cada iniciativa.
Nuestro rol en el CES se centra en el análisis detallado de propuestas, la evaluación de oportunidades y la sugerencia de pactos multisectoriales. Trabajaremos en la elaboración de recomendaciones basadas en indicadores claros y en evidencia de campo. Propondremos mecanismos de seguimiento que permitan medir el impacto de las iniciativas y garantizar la transparencia en su ejecución. Crearemos subgrupos de trabajo para atender temas específicos como inclusión social, empleo digno, accesibilidad ciudadana y fortalecimiento institucional.
Nos llama la atención que ninguna organización del sector medioambiental haya sido elegida como consejera. El país enfrenta desafíos urgentes en materia de cambio climático, gestión del agua, protección de ecosistemas y mitigación de riesgos. Los niveles de deforestación y la erosión costera son indicadores claros de la necesidad de incorporar expertos ambientales. Esa representación reforzaría la calidad de los análisis y permitiría integrar prácticas sostenibles en los acuerdos multisectoriales.
Sin embargo, como proceso democrático, el órgano tiene los representantes que fueron elegidos. Y ahí descansa parte de su fortaleza. A quienes formamos parte nos corresponde tener presente los riesgos y amenazas que enfrenta el país e identificar los instrumentos necesarios para abordarlos de forma efectiva: eso incluye consultar a autoridades de la materia.
De cualquier modo, nos alegra formar parte del CES. Hablamos de que es, o debería ser, un espacio horizontal para avanzar en la visión país que todos los dominicanos podríamos tener. Los tiempos actuales son convulsos y perturbadores, pero entiendo que desde la mesa de diálogo es posible rebajar tensiones y acercarnos a lo importante: mayor nivel de desarrollo económico y social.
En estos días nos pasaron más cosas. Pero por esta vez, nos quedamos solo con esto. En la próxima entrega les cuento más, porque hay demasiadas buenas noticias, en medio de las turbulencias.