“Uno se avergüenza de gozar aún de vida, cuando

los más grandes hombres la han perdido”.

JEAN PAUL

El derrocamiento del Presidente Bosch hundió al país en un prolongado período de inestabilidad política y social.  El triunvirato instalado en su lugar, padeció varias divisiones.  Luego de la dimisión del licenciado Emilio de los Santos, se produjeron las del doctor Ramón Tapia Espinal, reemplazado por el doctor Ramón Cáceres Troncoso, y la del ingeniero Manuel Enrique Tavares Espaillat, quien ofreciera garantías públicas a los guerrilleros del Catorce de Junio que no serían luego respetadas.  Finalmente el triunvirato quedó siendo un gobierno de dos hombres: Donald Reid Cabral y Cáceres Troncoso.

Todo el 1964 fue un año de agitación e incertidumbre.  Para aplacar a la oposición, que demandaba el retorno a un régimen constitucional sin elecciones –lo que equivalía a la reinstalación de Bosch en la Presidencia-, el Triunvirato incrementó la represión.  Prosiguieron las deportaciones y los encarcelamientos de los elementos desafectos al gobierno de facto.  El descontento se extendió pronto a la esfera militar.  El general Viñas Román perdió su puesto de secretario de las Fuerzas Armadas y Reid Cabral asumió él mismo esas funciones.

La vida nacional se movió en una atmósfera tensa y sórdida de conspiraciones y denuncias de tramas militares y alzamientos guerrilleros.  El 24 de abril de 1965 se descubrió un intento de contra-golpe de estado.  Reid envió al general Marcos Rivera Cuesta, jefe del Ejército, a neutralizar el movimiento.  Un capitán comprometido con los conspiradores hizo preso al jefe militar y a otros oficiales, desencadenando una nueva crisis político-militar.  Reid Cabral resistió y en las horas siguientes pareció en dominio de la situación.  Pero los líderes del PRD, encabezados por su secretario general José Francisco Peña Gómez, tomaron los estudios de la radiotelevisora oficial e instaron al pueblo a rebelarse y apoyar a los oficiales rebeldes, autodenominados constitucionalistas.  El conflicto cambió nuevamente de curso.

La acción dividió radicalmente a las Fuerzas Armadas.  Y los militares partidarios de Bosch, con el apoyo de civiles, se apoderaron del Palacio Nacional, arrestaron a los dos triunviros, quienes luego escaparían en medio del caos, y distribuyeron armas a la población.  La anarquía y la violencia revolucionaria se apoderaron de Santo Domingo.  Las fuerzas regulares, bajo el mando del general Elías Wessin, atacaron el Palacio Nacional con tropas y aviones y a comienzos de semana los dominicanos estaban enfrascados en una guerra civil.

El presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, esgrimiendo el pretexto de la seguridad de los ciudadanos norteamericanos residentes en la República Dominicana e invocando también el peligro de la amenaza comunista, ordenó el envío de infantes de marina a Santo Domingo.  Los primeros efectivos pisaron suelo dominicano el 28 de abril.  A comienzos de mayo habían ya desembarcado más de 20,000 infantes.  Las tropas de ocupación tendieron una línea internacional para dividir los bandos en pugna y muy pronto la Organización de los Estados Americanos (OEA) le dio un carácter multilateral a la intervención enviando tropas simbólicas de otros países del Hemisferio, Costa Rica, Brasil, Paraguay, Honduras y Nicaragua.

En la zona colonial quedaron concentradas las fuerzas llamadas a sí mismas constitucionalistas, que designaron al coronel Francisco Caamaño Deñó, el mismo que amenazó con arrojar a Bosch al mar cuando éste era sacado hacia el exilio, como Presidente provisional de la República y restablecieron la Constitución del 29 de abril de 1963, derogada tras el golpe de estado el 25 de septiembre.  A causa de las circunstancias de orden militar prevaleciente, la jurisdicción de este gobierno constitucionalista se reducía a un pequeño ámbito físico de la ciudad, rodeado de fuerzas enemigas y tropas extranjeras.

Bosch, exiliado en Puerto Rico, prometió regresar para ponerse al frente de la revolución y asumir de nuevo la Presidencia.  Cualesquiera fueran las circunstancias que se lo impidieran, la verdad es que no lo hizo.  Otros, en cambio, pudieron regresar.  Uno de ellos fue el coronel Rafael Fernández Domínguez, a quien Bosch disuadió de actuar la noche del golpe en su contra por temor a un “baño de sangre”.  El oficial, que era el líder e inspirador del movimiento pro-boschista, se unió inmediatamente a los constitucionalistas y en un asalto al Palacio Nacional, bajo el control de las fuerzas de Wessin y el general Antonio Imbert, presiente del llamado Gobierno de Reconstrucción, que sucedió al de Reid, cayó abatido a balazos.

La guerra civil se prolongó hasta comienzos de septiembre.  El 3 de ese mes, se firmó con los auspicios de la OEA un acta de reconciliación que puso fin a las hostilidades y permitió la instalación de un gobierno provisional presidido por el doctor Héctor García Godoy, quien era el ministro de Relaciones Exteriores de Bosch al momento de su derrocamiento.  Los líderes militares de los bandos en pugna fueron extrañados del país y las tropas de ocupación abandonaron el suelo dominicano meses más tarde.  García Godoy, con muchas dificultades derivadas del ambiente de hostilidad reinante, condujo al país hacia unas elecciones libres el primero de junio de 1966.

El ex presidente Joaquín Balaguer logró que se le permitiera regresar, aprovechando la enfermedad de su madre, y se presentó como candidato de su Partido Reformista.  Enarbolando la consigna de Revolución sin sangre, Balaguer derrotó por amplia mayoría a Bosch en las elecciones y se juramentó como Presidente Constitucional el primero de julio de 1966, iniciando así el retorno de la nación al orden constitucional.  Balaguer fue reelecto sucesivamente en los comicios de 1970 y 1974, en este último con la abstinencia del Partido Revolucionario Dominicano.

A finales de 1973, Bosch renunció al liderazgo del PRD y fundó un nuevo partido, de la Liberación Dominicana (PLD), al que dio una línea marxista no leninista.  Balaguer se presentó de nuevo como candidato en 1978 pero fue derrotado esta vez por el candidato del PRD, el hacendado Antonio Guzmán, el ministro de Agricultura en el gobierno de Bosch.  Guzmán se suicidó en su despacho mes y medio antes de la fecha de entrega del poder a su sucesor, terminando el período el vicepresidente Jacobo Majluta.

El PRD retuvo el poder en 1982 en unos comicios en que Balaguer fracasó en un nuevo intento por recuperar democráticamente el mando.  Pero este último volvió a ser electo en las elecciones de 1986, basando su campaña en denuncias de corrupción e incompetencia de la administración perredeísta.  El presidente saliente, Salvador Jorge Blanco, fue encarcelado y procesado por delitos de corrupción y condenado en primera instancia a 20 años de cárcel.  Las elecciones de 1990 se dieron con el país envuelto en el debate sobre las implicaciones de las acusaciones contra Jorge Blanco.  En ellas, Balaguer retuvo el poder, alcanzando su quinta elección y sexto período presidencial.  Fueron elecciones accidentadas que Bosch denunció como fraudulentas, acusando al jefe de Estado de haberle despojado de una victoria aplastante.

A comienzos de 1993, Balaguer y Bosch, uno desde el poder y el otro desde la oposición, continuaban siendo los árbitros de la política dominicana.  Bosch fue proclamado oficialmente como candidato a mediados de diciembre de 1992.  Los partidarios de Balaguer abogaban porque éste fuera de nuevo candidato presidencial a las elecciones del 16 de mayo de 1994.  En ese año Balaguer tendrá 88 años de edad y Bosch 86. El primero está ciego desde 1977.

Posted in El Golpe de Estado

Las Más leídas