Desde su Independencia, un parto que unió voluntades de grupos antípodas, la República Dominicana ha demostrado que se unifica ante el peligro como manada feroz en defensa de su supervivencia.

Con un año y tres meses de amarga pandemia, ansiedad por encierros, quiebra de negocios y desempleos, un rayo de esperanza volvió a salir del corazón de los dominicanos ante un rebrote de un virus que amenaza con ser indomable.

De repente, floreció la inspiración de todos los sectores y clases sociales y se abarrotaron los centros de vacunación desde el día de Corpus Christi.

Ese es el espíritu que se requiere en estos momentos, mantener una llama unitaria que nos hace fuertes ante los golpes y poner la prosperidad del país por encima de los egos e intereses personales.

Es el momento de postergar el egoísmo del proselitismo político, los partidos deben empujar la carreta hacia la misma dirección como lo han venido haciendo en el plan de vacunación.

Pero también los empresarios grandes, micro, pequeños y medianos deben estar a la altura de las circunstancias y no conspirar contra la estabilidad económica y social del país, formando olas especulativas que en muchos casos no se corresponden con la realidad justa del mercado, como lo ha indicado la Unión de Medianos y Pequeños Industriales de la Harina, en el caso del anunciado aumento de un 100 % del precio del pan.

Si el barco zozobra nos hundimos todos, si se pone en juego la estabilidad económica, no habrá estabilidad política para aquellos que ansían desde ya el 2024.

Somos ejemplo de estabilidad en una Latinoamérica convulsa, con giros extremos hacia el populismo de izquierda y de derecha que fracasan dejando frustrados a los electores que buscan mejor suerte en la antipolítica y los experimentos surgidos del hartazgo social.

Somos ejemplo de rápida recuperación económica con buenas recaudaciones, como lo demuestran los 4,758.34 millones de dólares en exportaciones que se produjeron de enero a mayo de este año, lo que significa un crecimiento de un 28 % con relación al 2020 y un 17% en comparación con el 2019.

Otra muestra de confianza y fortaleza en la recuperación son los 390,948 visitantes que recibimos durante mayo pasado, un 61.2 % de los turistas llegados al país en mayo de 2019, claro está, sin pandemia.

Al ritmo de vacunación que vamos, y gracias a la agresividad en la compra de estas, llegaremos pronto a más del 70% de la población inoculada y hasta nos sobrarían vacunas para ofrecerlas como “turismo de vacunas”. Otra parte hasta podrían ser donadas como ha hecho el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, con Honduras.

Debemos dar la espalda a actitudes sectarias que perjudican a los ciudadanos menos pudientes y la clase media en un momento tan difícil para la salud, como la intransigencia adoptada por la dirección del Colegio Médico Dominicano de negarle el derecho a cobertura de consultas a los que pagamos los servicios de la Administradoras de Riesgos de Salud.

Esa no ha sido la actitud de la inmensa mayoría de los médicos, enfermeras, personal de salud, que algún día recibirá el reconocimiento justo a la heroicidad con la que han asumido la atención a los enfermos de COVID-19, muriendo algunos de ellos en el camino e infectando a sus familiares.

Las mismas ARS deben ser más consecuentes con los médicos en sus honorarios, también con la cobertura que cada vez más perjudica a los usuarios con sus límites acomodados. No les ha ido mal en la pandemia.

Las clínicas también deben ceder a sus apetencias, en especial las muy costosas que no aceptan a un paciente con seguro básico de salud en las emergencias, en una burda violación a la Ley General de Salud que debe recibir sanciones ejemplares.

El empresario debe estar consciente de que los trabajadores merecen un aumento justo, sobre todo en las empresas que han podido mantenerse y sacar provecho a la pandemia. En el cierre parcial de negocios, inflación no ha parado, y las suspensiones redujeron el presupuesto de miles de hogares de manera abrupta.

La sociedad está cansada de falsos intermediarios de sus derechos y reclamos que se disputan el protagonismo de protestas vandálicas y anacrónicas que sólo han causado muerte, desempleo en medio de la crisis a un pueblo noble y trabajador como el de San Francisco de Macorís, víctima de pugnas de intereses en grupos cada vez más divididos y desacreditados.

Debemos estar más unidos que nunca para enfrentar con éxito los desafíos externos como el de Haití, que con la construcción de un canal para desviar el curso del Río Masacre demuestra nueva vez que no tiene límites para lacerar a un vecino que en los momentos difíciles siempre está presente y le ha buscado soluciones al problema migratorio.

Debemos cuidar la gallina de los huevos de oro que es nuestra República Dominicana, unir voluntades y no hacerle el juego a quienes como kamikazes apuestan a quemar las naves antes de llegar a puerto seguro.

El Pacto Eléctrico y el Pacto del Agua son compromisos motivadores que allanan el camino hacia otros grandes acuerdos como el Pacto Social convocado por el presidente Luis Abinader, así como el inevitable pacto fiscal y tributario para guiar al país en el relanzamiento de su economía.

Por : Abel Guzmán Then

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