Imagino que cuando Milagros Germán decidió embarcarse en la política convencida de que podía hacer más, sobre todo, por su país, nunca imaginó que viviría días tan oscuros.

La diva querida por todos, se ganó el corazón de los dominicanos a pulso, con trabajo, con su talento y el don y con la gracia que el Señor le dio.

Recuerdo haber ido a su primera experiencia en la televisión: “Con los ojos abiertos” un espacio que conducía en el Canal 4, junto a Mariasela Álvarez. Aquella joven esbelta, con unos ojos cautivadores y una voz imponente, sabía que había llegado al lugar donde pertenecía.

Los días, el fogueo y el apoyo de otras tantas figuras ya consagradas, como el veterano Freddy Beras Goico, permitieron que se convirtiera en una gran figura femenina de los medios.

Fue la televisión la que le aseguró un sustento de vida, además de una pasión, se convirtió en su trabajo.

Muchos años han pasado y pese a que fue esposa de Hatuey De Camps, político consagrado del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), nunca hasta ahora la vimos involucrarse de lleno en esta difícil y compleja carrera, que se ha llevado tantas reputaciones y que ha decepcionado a más de uno obligándolos a decir; -“yo jamás vuelvo a involucrarme en política”-. Antees de su salida del Ministerio de Cultura llegó una campaña de descrédito, desmedida e inmerecida, por supuesto, que la puso en el ojo del huracán.

Esa campaña se inició con saña y alevosía. Luego del anuncio de que dejaría la administración pública para dedicarse a lo que ella ama: la comunicación, entonces pretenden nuevamente socavar su integridad como mujer y como figura pública.

Sancionar las malas prácticas asociadas con la difamación e injuria es, por tanto, esencial. No se trata solo de proteger la reputación de quienes se lanzan a la política, sino de la necesidad de establecer consecuencias claras para aquellos que difunden información falsa o calumniosa. Esta dinámica, de difamar sin sentir presión ni miedo a ser sancionados, no sólo afecta a los individuos involucrados, sino que también impacta a la sociedad, que ve cómo nos llenamos de hostilidad y toxicidad, y en el proceso nos destruimos a nosotros mismos.

Ahora que Milagros vuelve a lo que ama, le sobran motivos para concentrar sus energías en lo que realmente es importante para ella. Sigue adelante apreciada amiga sin mirar atrás y sin perder la visión de un destino diáfano y definido.

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