Hay una estrecha franja territorial de 376 kilómetros de largo (con miles de soldados y todo lo que se quiera) que no le envidia nada a ningún otro espacio de corrupción en el resto del mundo, pues cada cosa que se hace allí cuesta dinero (¡Mucho!): contrabando (tanto por tanto, más tanto); drogas en cualquier cantidad (miles y miles de dólares); armas de fuego (según sea el calibre); migrantes ilegales (mínimo diez mil por cabeza); mujeres a punto de parir (se cobra según sea la urgencia)… Atención, Luis Abinader: cerrar la frontera simplemente encarecería las tarifas de los servicios de la corrupción militar y aduanal.

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