Lo que explica que en las cárceles tengamos entre los presos matones con puñales y pistolas es, primero, es porque hay grandes negocios qué cuidar (en propiedad compartida entre el gran delincuente condenado con el coronel sin condena; entre el capo de drogas bajo apelación con el generalote inapelable). Segundo, porque en nuestras cárceles todo se paga caro: desde la inmunidad hasta la impunidad; desde la celda de lujo hasta el salir de parranda con un alto oficial. Y, tercero, porque la reforma carcelaria es un estúpido cuento de nunca acabar… (Que Roberto Santana, el que más sabe de esto, explique esta gran aberración).

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