Huele a cuento eso de que un super yate ruso de alquiler carísimo (¡3.5 millones de dólares semanales!) para pasear a multimillonarios, sea dizque usado para trasegar armas y lavar dinero sucio (para lo que no se necesita tanto lujo). Pero le faltan otros capítulos al cuento: ¿Cómo y por qué se le dio permiso para atracar en Santo Domingo, que no figuraba en su alucinante itinerario turístico? ¿Por qué vino a recalar aquí con sus pasajeros? ¿Quiénes eran ellos y a dónde fueron a parar? Falta otra: ¿Quiénes representan aquí a los dueños del barco ante esta retaliación norteamericana contra todo lo que en estos días huela a Rusia?

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