Estoy absolutamente seguro de que el resto del mundo hoy ríe a mandíbula batiente, pues con toda razón le parece muy cómico que el Estado Dominicano (“¿Es un Estado verdaderamente moderno?”, pregunta con incredulidad) ha sido capaz de detentar ilegalmente durante 75 años (hasta hace unos días sin título de propiedad) el amplio terreno que desde 1947 ocupa nada menos que el Palacio Nacional, sede de un Poder Ejecutivo llamado constitucionalmente a cumplir y hacer cumplir rigurosamente las leyes… (Es que el resto del mundo no sabe que en este fantástico país surrealista del Caribe hasta lo imposible es posible).

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