Hay que lamentar la desaparición de cosas que en el pasado hacían llevadera la vida: ya no existen los clubes nocturnos que presentaban artistas de calidad (y de ningún modo son sustituidos por el televisor de la sala); los cines con los últimos estrenos (la pareja implacable de You Tube y Netflix los cerró sin compasión); la música romántica para bailar cuerpo a cuerpo (lo que es imposible con toda esta porquería callejera seudo musical)…Y, por si fuera poco, desapareció el debate político, porque los partidos (salvo los escasos grupos marxistas que nos quedan) renunciaron a toda ideología.

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