Duarte y la naciente República: Sus enemigos asumieron el poder, fue víctima del maligno caudillismo, no creó un movimiento político que lo hiciera gobernar, lo traicionaron sus mejores amigos. Duarte en el exilio: Fracasado y lejos, apenas sobreviviente, olvidado de todos, aventurero en la selva, deprimido sin remedio. Duarte en la Restauración: Ignorado, burlado, negado, despedido. Duarte al final: Abandonado, enfermo, engañado…Y, ya muerto, declarado Padre de esta Patria mestiza tan injusta con él (tanto así que, por ser blanco, lo hicieron parte de un trio con el negro Mella y el mulato Sánchez).

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