Con permiso, pero… ¿Cómo no llorar la partida hacia lo eterno de una persona que dedicó toda su vida a ayudar a los demás, a educar a los demás, a acompañar en sus penas a los demás, a asumir su país como gran misión humana, a ayudar a miles y miles de familias a ser eso: familia; a poner en su merecido puesto a los inconscientes, insensibles e indiferentes ante el bien común; a trabajar cincuenta años para que la Asociación Dominicana pro Bienestar de la Familia sea lo que es: un estandarte de bondad para esta sociedad? ¿Cómo no llorar, como lo hago, por la muerte de Gianna Sangiovanni, solidaria siempre con toda acción social bienhechora?
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