En fecha 17 de septiembre del presente año se publicó en este diario un artículo del destacado académico, intelectual y político Franklin Almeyda Rancier, titulado “Julia de Burgos y mórbida leyenda”, en el cual reseña importantes datos sobre la destacada poetisa puertorriqueña e inéditas revelaciones que le hiciera el Profesor Bosch en torno a las verdaderas motivaciones de su ruptura con Juan Isidro Jimenes Grullón.

El objetivo esencial del precitado escrito es descartar otras razones, y muy especialmente la disputa por el amor de Julia -como se ha señalado siempre- para explicar el desencuentro que se tornó perenne entre estos dos grandes intelectuales y políticos, cuyo destino, en sus años juveniles, estuvo vinculado a la lucha antitrujillista, lo que les llevó a hacer causa común en la fundación del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1939.

De tan hondo calado fueron las razones que condujeron a esa ruptura que veinticuatro años más tarde -en una actitud digna de una profunda patografía- encontramos a Juan Isidro prohijando políticamente el artero golpe militar contra el primer gobierno democrático después de la caída de la tiranía, precisamente el gobierno encabezado por su otrora amigo y compañero de lucha, gobierno que, cabe decirlo, enfrentó inmisericordemente
desde sus inicios.

Si bien es cierto que, posteriormente, Juan Isidro reconoció su error, que trató de justificar, por ejemplo, en su réplica al libro de John Bartlow Martin, a quien calificó como un “Pro-Consul del Imperio Americano”, ello en nada lo exime de responsabilidad. Pero este tema es harina de otro costal.

Lo que inspira el presente artículo, en el marco del publicado por Don Franklin, es decir que la ruptura entre el Profesor y Juan Isidro es un tema sobre el que pesa aún un denso velo de misterio. ¿Fue Julia de Burgos; fueron razones enteramente políticas? ¿Fueron ambas? Es un tema que aún permanece en la bruma de lo incógnito. Y muy especialmente porque, hasta donde conozco, los propios protagonistas del desencuentro nunca terminaron de explicar del todo las razones del mismo.

¿Qué ocurrió realmente entre Julia y Juan Isidro para que terminara de forma tan abrupta y tormentosa una relación de dos seres que se amaron hondamente?

Y como prueba de ello, me permito transcribir la carta que el viernes 19 de junio de 1942 le escribe Juan Isidro desde La Habana a Consuelo, hermana de Julia.
La Habana, Apartado 1054
Viernes 19 de junio de 1942.

Querida Consuelo:

Te supongo ya enterada por Julia de la dolorosísima decisión que me vi forzado a tomar en relación con nuestro amor y nuestra vida. No sé si ella te habrá expuesto los motivos, aunque presumo que no. En verdad, se me hace del todo imposible expresártelos por esta vía; cuando te vea, que ojalá sea pronto o cuando Juan Bosch, quien va para esa, lo haga por mí, podrás enterarte. Tú me conoces perfectamente y sabes la intensidad del amor que profesaba a Julia; sabes con seguridad que nunca hubiera sido capaz de tomar una resolución de este tipo, si no hubiera sido impulsado por motivos muy honrados y sólidos. Así han sido. Frente a ellos, que abren un abismo entre nuestras vidas, llenándola de dolor, no ha habido otro camino que la separación.

Resueltas las cosas en ese sentido y convencidos ambos de que la permanencia de ella en Cuba no podría ser provechosa, llegamos al acuerdo de que se fuera para los E.U., hacia donde partió en el avión de esta tarde. Mañana temprano seguirá viaje a N.Y., a donde llegará dentro de dos días. Con toda probabilidad, ella te escribirá tan pronto llegue, pero si tú quieres hacerlo con anterioridad, puedes dirigirle la correspondencia a cargo de Juan M. Díaz, 534 West 148 Street.

Comprenderás, Consuelito, que dada la verdadera devoción que profesaba a tu hermana, la necesidad de tomar esta medida me ha desgarrado profundamente el alma, y la ha sacudido a ella también (…)samente.

Julia de Burgos.

Sobre ambas cosas podría decirte mucho, pero prefiero silencios… El dolor, cuando viene sin razón y sin justicia, vale más (…) en la intimidad de la propia entraña.

Quisiera tenerte a mi lado para poder abrir, junto a tu alma, toda mía… Pero ya que ello es imposible, solo una cosa quiero decirte: aunque sufro, sé que he obrado de acuerdo a mi conciencia, y nada tengo que reprochare. Hice todo cuanto pude por colmarla de dicha y ella no supo responder dignamente a esa ofrenda, en el curso de los últimos meses, solo de ella es la culpa.

Antes de terminar deseo pedirte que le escribas entusiasmándola al trabajo y a una constante vida de virtud; hazle comprender que todos los errores del pasado pueden ser rescatados por un presente honroso.

Ella me prometió, antes de partir, ser fuerte y mostrarme en lo futuro un hondo sentido de sus responsabilidades. Quisiera que así fuera y tú debes contribuir con tus cartas a ello.

Escríbeme. Y recibe un abrazo bien sentido y doloroso de tu hermano.
Juan

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