El presidente Luis Abinader cumple hoy el primero de cuatro años de gobierno, periodo para el cual fue escogido en un proceso electoral caracterizado por situaciones políticas y sanitarias excepcionales que marcaron su gestión mucho antes de su nacimiento.

En este primer aniversario, el balance muestra una mezcla de luces y sombras, que indican los grandes y difíciles retos que habrá de enfrentar en el resto de su mandato. El éxito alcanzado en la lucha contra la pandemia sanitaria por una sostenida campaña de vacunación y los frutos de sus esfuerzos por acelerar la recuperación económica, tras un 2020 de enclaustramiento, reducción de la actividad productiva y un incremento de la rivalidad partidaria, no se dieron en este primer año en otras importantes áreas del quehacer gubernamental.

La Peste Porcina Africana, que ya el país padeciera en los años finales de la séptima década del siglo pasado, el aumento del desempleo por efecto de las cancelaciones masivas en el personal de la Administración Pública, el incremento de los precios de productos de consumo básico y de los combustibles, la caída del suministro de energía a los hogares, con fuertes y frecuentes apagones, y el deterioro de la imagen del gobierno reflejado en las redes, reflejan una realidad que podría acompañarlo hasta el final de su gestión.

En este primer tramo, debido tal vez a la grave amenaza de la pandemia y la caída de la economía que ella trajo, las circunstancias le permitieron navegar sin una real oposición política. Pero nada podría garantizar que esa inactividad se mantendrá por mucho tiempo.

De todas maneras, el gobierno del “cambio” tiene a su favor, el deseo nacional de que los problemas que aún constriñen la economía puedan ser superados. La interpretación justa de ese anhelo podría ser la diferencia en el balance durante el resto del mandato.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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