En su libro La rebelión judía, Jacob Tsur, dice: .Gracias a ellos muchas ideas y estructuras específicas han subsistido hasta nuestros días: las nuevas formas sociales, el espíritu de cooperación la austeridad elevada al rango de virtud, el culto del trabajo y el respeto por el trabajador, un celo irreductible en la persecución del objetivo.
Como en muchos de sus lugares de orígenes se les prohibía a los judíos trabajar la agricultura y ejercer otros .trabajos dignos., los primeros kitbuz fueron obras titánicas de la imaginación.
Debieron vérselas con toda clase de dificultades: la escasez de recursos, un medio hostil y una tierra árida y abandonada.

El paludismo, el hambre y las incursiones constantes de hordas armadas, que robaban el producto de sus esfuerzos, terminó por desalentar a muchos de ellos. Pero el Israel de hoy es el legado de aquellos que se quedaron y reconquistaron con el trabajo el derecho de propiedad de una tierra de la que habían sido despojados muchos siglos atrás.

Los meses de octubre y noviembre de 1983 fueron en extremo violentos en el Medio Oriente. Detrás de los luctuosos acontecimientos de esos meses en el Líbano, se escondía una terrible realidad que la comunidad internacional se resistía a aceptar y que no era más que el creciente grado de rivalidad existente entre los árabes lo cual hacía que no necesitaran la ayuda exterior para dañarse mutuamente.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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