El periodista puertorriqueño Rubén Sánchez, a quien conozco desde mediados de la década de los setenta del siglo, es un fino y agudo estudioso de la política dominicana. Recientemente me preguntó mi parecer sobre las perspectivas electorales del año próximo.

Sin caer en el error, muy común en los medios nacionales, de proyectarlas según mis preferencias personales, le respondí que a tan larga distancia de esa importante cita cívica era arriesgado hacer vaticinios sin caer en elucubraciones, en medio de una guerra de encuestas de procedencias desconocidas.

Sí le dije que en mi particular impresión del proceso, si el presidente Luis Abinader decidiera correr por su reelección, constitucionalmente permitida, la que solo descartan los idiotas del parnaso político nacional, que son muchos, se vería obligado a ganar en primera vuelta. El escenario de una segunda ronda le sería condenadamente desfavorable, quien fuera su rival, sea el candidato del PLD, Abel Martínez, la nueva figura ascendente, o el expresidente Leonel Fernández, de la Fuerza del Pueblo, partido nacido con su renuncia en octubre del 2019 del partido que lo llevó tres veces a la Presidencia de la República, tras ser derrotado en su lucha por una cuarta nominación, ocho años después de haber terminado su tercer mandato.

En ese escenario de segunda vuelta, si el rival de Abinader fuera Fernández, buena parte del PLD votaría a favor del exmandatario y si fuera Martínez, la gente de la Fuerza del Pueblo, a excepción probable de la cúpula, se volcaría para llevar al actual alcalde de Santiago al Palacio Nacional.

El peso de un descontento creciente, incluso dentro de las propias filas de su Partido Revolucionario Moderno (PRM), le haría muy cuesta arriba ganar en una segunda votación, que impulsaría la recomposición de un partido que gobernó 16 años consecutivos antes del ascenso de Abinader al poder.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas