Empecinarse en restarle méritos a cuanto hace un gobierno como si todo fuera negativo, es un error común a la oposición, en la tradición política dominicana. Ocurría durante los gobiernos de Balaguer, en los del PRD, luego en los del PLD y sigue ocurriendo con el del PRM.
Esa actitud le quita a los partidos opositores el respaldo y la simpatía de aquellos sectores beneficiarios de muchos de los planes de carácter social que puedan ser puestos en marcha por una Administración. En tiempos de elecciones, muchos dirigentes políticos frecuentemente pierden la perspectiva al creer que el país que conocen en sus recorridos de campaña es el mismo que habrán de encontrar en el Palacio Nacional, si se ganan la confianza y el apoyo del electorado.

Bajo esa creencia, critican programas que la condicionante realidad les obligaría a mantener y profundizar si alcanzaran el poder.

Las encuestas, aún las más críticas, dicen con frecuencia que buena parte de la población suele estar conforme con el estilo del gobierno de turno. Eso hace a muchos dominicanos, dentro y fuera de la nómina estatal, sentirse a gusto e incluso orgullosos de formar parte del gobierno, sin importar de qué partido se trate.

La buena valoración de las ejecutorias de un Presidente no proviene sólo de sus colaboradores y de la militancia de su partido. Cuanto quiero decir es que suele ser muy difícil, a un sucesor descontinuar programas de amplia aceptación pública. No todo cuanto hace el gobierno merece aplausos. Pero tampoco la crítica a sus buenas acciones.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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