Por más que lo intente la mal llamada izquierda dominicana, que de izquierda solo tiene la mano zurda, es imposible defender una dictadura tan infame como la que desde hace 24 años sufre el pueblo de Venezuela. Cerca de siete millones de venezolanos han huido del país, tratando de buscar en otras naciones las oportunidades que la dictadura chavista les niega y en muchos casos les conculca.

Las democracias de la región, entre las que se cuenta la República Dominicana, faltan a la debida lealtad al sistema, cuando en los foros internacionales se esfuerzan por estropear todo intento de denunciar el absurdo que hoy gobierna a los veinte y tantos millones de venezolanos que padecen el rigor del gobierno de Nicolás Maduro. El país más rico en recursos naturales de todo el hemisferio sur tiene cifras espeluznantes de escasez de productos básicos, salarios miserables y hambruna.

La reciente participación del grupo de países del Caribe, Centroamérica y América del Sur en la cumbre de Bruselas con la Unión Europea, puso de manifiesto la deslealtad de la región con la democracia, al negarse nuevamente a condenar los regímenes absolutistas de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Así dejaron otra vez en claro que el compromiso de sus juramentos con la libertad y los derechos humanos, es letra muerta frente al saqueo de las riquezas en esos tres países, regidos por corruptos clanes políticos, aferrados al poder más allá de lo que el buen sentido y la razón permiten.

Cuba, que al estallar la revolución castrista lideraba la región por su pujante economía y nivel cultural, es hoy uno de los países más pobres del Caribe. La dictadura sandinista es una perversidad y el chavismo-madurismo tiene méritos para un Nobel de química, al convertir una de las mayores riquezas en materia inservible, sí inservible, para evitar el uso de la palabra adecuada y no ofender el buen gusto de los lectores.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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