Es difícil escribir para describir y definir lo que no se puede explicar con palabras. Es el caso de las madres, las que lo entregan todo y algo más para cumplir con el rol, único y hasta cubierto en el misterio, que el creador le asignó, dar vida.

El domingo es el Día de las Madres dominicanas, y aunque hay quienes dicen que todos los días son para las madres, y es cierto, no sobra que se dedique un día especial no para celebrar, sino para contemplar en ellas la perfección de la obra de Dios.

Las madres no son criaturas para llevarlas en el corazón, su lugar es el alma. La historia de los orígenes de Moisés y Jesús, es ilustrativa para comprender la sabiduría que una madre es capaz de desarrollar para proteger a sus hijos.

Sin embargo, no hay que irse tan lejos, ni recurrir a la historia para saber de sus sacrificios porque se pueden palpar todos los días, cada hora, minuto y segundo, en todos los puntos del planeta.

De hecho, algunos libros de la biblia como el de Isaías utilizan en varias ocasiones la profundidad del amor materno para comparar el amor de Dios por sus hijos.

Ese día de contemplación a ellas cada uno puede desarrollarlo a su manera. Una buena opción sería a través de la música, por la conexión profunda con el alma. Hay quienes optan por serenatas, aunque ya es una práctica que ha caído en el desuso.

El himno a las madres, compuesto por Trina de Moya, logra una buena descripción de ellas. “Quien como una madre con su dulce encanto, nos disipa el miedo, nos calma el dolor, con solo brindarnos su regazo santo y solo cantarnos baladas de amor”.

Continúa: “De ella aprende el niño la sonrisa tierna, el joven lo noble, benéfica acción, recuerda al anciano la oración materna, y en su alma florece la resignación”.

Madrecita, interpretada por José José, también logra acercar las palabras al sentimiento que se anida en el alma sobre las madres. “Aunque amores yo tenga en la vida que me llenen de felicidad, como el tuyo jamás madre mía, como el tuyo no habré de encontrar”.

La tradición de un día especial para las madres se remonta a la Antigua Grecia, pero a América llegó a principios del siglo XX y en el caso de la República Dominicana desde 1926.

Posted in La Pizarra, Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas