Nacemos un día de un mes, en cualquier año, y desde ese momento damos inicio a nuestra vida y con ella, comenzamos a escribir nuestra historia.

De ese primer registro, comprendido entre el primer día de nuestra existencia y hasta los tres años de edad, es casi imposible que alguien pueda recordar algo de lo vivido.

Si pensáramos en escribir nuestra biografía, necesariamente tendríamos que auxiliarnos de nuestros padres, hermanos mayores y los parientes y amigos cercanos para que nos cuenten cómo fuimos y lo que hacíamos en esos primeros años.

Después de los tres y cerca de los cuatro años ya comenzamos a almacenar recuerdos. Es muy difícil que lo que nos pasa, aquello que sentimos y vivimos, quede en el olvido de aquí en adelante.
Esta será la historia que escribiremos por nosotros mismos y muchos episodios sorprenderán hasta a nuestros padres, pues escucharán pasajes que ellos mismos ya hace tiempo habrán olvidado.

Es así. Cada día de nuestras vidas es una página de nuestra historia. Cada 24 horas es parte de un capítulo del libro de nuestra existencia.

Capítulo, sí. Nuestra vida está formada por capítulos. Muchas veces ese capítulo primero comienza antes de que veamos la luz y está escrito por nuestros padres.

Siguen los capítulos de la infancia, la familia de formación, el inicio de la escuela, la adolescencia, la universidad, los amores, la vida laboral, los amigos, nuestra familia de procreación y el más difícil de todos: el de las pérdidas de nuestros seres queridos.
Esa es nuestra vida. Esa es nuestra historia. No podemos aceptar felices lo bueno y rechazar tajantes aquellas cosas que nos duelen.

Se trata de un todo. Un conjunto. Lo que nos toca es vivir a plenitud cada episodio, aprender de cada experiencia, valorar todas las muestras de amor y lealtad, de honestidad y sinceridad que nos recuerdan que vale la pena amar y confiar.

De nuestros capítulos tristes, debemos tener presente que su enseñanza primordial es hacernos conscientes de la importancia de siempre demostrar y expresar el amor a las personas a nuestro alrededor.

Porque como dice la canción la vida que nos toca es simplemente nuestra vida, no es un infierno, tampoco es un edén.

Quizás, al hacer muy extenso un
capítulo triste, prolongamos nuestro
sufrimiento.

Es por eso, que es bueno disfrutar
y hacer eternos nuestros momentos
felices.

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