Definitivamente debemos vivir nuestras propias experiencias en cada una de las etapas y situaciones de la vida. Cuando nacemos, alguien debe hacerse cargo de nosotros hasta que llegamos a adultez.
Esto no quiere decir que ya podamos andar solos por la vida. En realidad esta independencia total no existe. Al menos en el contexto extenso de la palabra independencia.

Para quienes tienen, no solo la inmensa dicha de ser criados por sus padres, sino que además estos padres constituyen los mejores ejemplos y nos enseñan a sentir, brindar y recibir el más profundo amor, la primera etapa de su existencia se convierte en un camino de felicidad y experiencias hermosas e inolvidables.

Este primer peldaño de la vida que es la infancia nos dará la base para una adultez sana, sensata y feliz. En ese tiempo se construye nuestra base, esos valores que nos guiarán de por vida. El sostén emocional de nuestra estructura humana.

En esa etapa nos limitamos a vivir, a ser felices, a esperar cada día lo mejor de nuestros padres. Pensamos que para ellos nada es imposible, que lo pueden y lo saben todo. Jamás nos pasaría por la cabeza pensar en lo difícil que debe ser para un simple mortal visto como el todopoderoso, casi un superhéroe o súper sabio, que debe tener una respuesta correcta para cada pregunta por complicada que sea.

Hasta que nos toca el turno de ser el padre o la madre de alguien más. Llegado el momento nos retumban en la cabeza frases como: “hijo eres y padre serás” o “cuando seas padre, lo entenderás”, y muchas otras que resultaría prolijo enumerarlas.

Muy cierto, debemos estar en los zapatos de otros para saber lo que sienten y cuán difícil es para cada quien el rol que le toca en la vida.

Es muy triste tener que vivir en carne propia para tener conciencia de lo que sienten, en este caso nuestros padres, para entender que no siempre se tiene una respuesta para una pregunta aún esta sea sencilla.

Desde nuestra infancia lo vemos muy fácil y soñamos con ser algún día quien lleve las riendas de nuestro hogar, pero cuando nos toca el turno nos damos cuenta de que la de ser padres es en realidad una hermosísima, pero muy difícil tarea.

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