Las aguas de los ultimos días, vuelven a poner sobre el tablero de los problemas nacionales, la cuenca del Río Tireo y su compleja problemática, aunque esto se destaque solo durante el tiempo que sus lodos tardan en secarse. El terreno del río, que la Ley de medio ambiente 64-00 establece un área que le pertenece, de 30 metros al lado de cada ribera, indicando en su artículo 129: …” y garantizando una franja de protección obligatoria de treinta (30) metros en ambas márgenes de las corrientes fluviales…” no existe en su caso. La degradación de esta fuente de agua ha recibido un brutal abuso de quienes cultivan en terrenos aledaños, ocasionando un daño que sería reversible, tomando medidas heroicas para equilibrar la producción agrícola y la existencia del río. Ojalá pudieran evaluarse los daños de las riadas provocadas por las copiosas lluvias caídas en su zona de captación. Habíamos sugerido en un artículo anterior, tan lejos como agosto del 2024, que es el momento de la fijación de fronteras agrícolas, pero como es costumbre, aquello cayó en saco roto. Es evidente que el Ministerio de Medio Ambiente no tiene capacidad más que legal, determinada por la propia ley que la crea, pero sin capacidad operativa para detener el deterioro acumulado en esa importante cuenca hidrográfica. El cambiar el panorama requiere de la participación de los explotadores agrícolas y obligarles a ceñirse a lo que recomienden los estudios técnicos, para detener la degradación y revertir con programas de recuperación, reforestación y regulación de la explotación de las aguas para uso agrícola. Se requiere más que valor para asumir esa titánica tarea, no imposible, pero muy improbable, por lazos políticos, por las interferencias partidistas, por la necesidad de cuantiosos recursos económicos y la falta de voluntad, de quienes están llamados y obligados a actuar. Existen estudios técnicos y recomendaciones dispersos en todos los ministerios relacionados, instituciones privadas y de posesiones personales que hay que reunir. Es tiempo de que las universidades criollas sean convocadas y se involucren en los estudios necesarios. Existen organismos internacionales que bien pueden sumar aportes técnicos y organismos de financiamiento dispuestos a trabajar de mano con el Estado. ¿Qué hace falta, pues? Voluntad política y un ente catalizador que aglutine e impulse todos los recursos dispersos. Un chapulín que unos varios organismos oficiales con el joven ayuntamiento de Tireo y su dinámico síndico Paul Piña y la voluntad del gobierno central, ante una realidad que grita por ayuda urgente y una sociedad nacional que considera los problemas de ese tipo, muy remotos y porque no afecta su entorno y no importantiza este tipo de compleja situación y se monta en su ola de permisividad que corroe al país. Hagamos…

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