Estamos viviendo la era del conocimiento y mayor desarrollo científico y tecnológico de todos los tiempos, especialmente en lo que es la comunicación donde en segundos se difunde un mensaje al lugar más apartado del globo terráqueo. Desde que abres los ojos hasta que te acuestas en la noche tienes en tus manos, entre tus dedos una invasión la cual sin darte cuenta permites vaya llenando tu cerebro. Este recibe, registra y esto va afectando consciente e inconscientemente tu forma de pensar y actuar. Las redes sociales se han convertido en el centro de vida de una gran mayoría de la sociedad tanto que a los que están a tu lado no les permite poder compartir contigo. El esposo, esposa, padres e hijos se han quedado de lado en muchos hogares, por estar cada uno aislado compartiendo con personas que a veces ni conocen y de quienes captan, creen y se influencian de lo que transmiten sea verdad o sea mentira. Videos de las cosas más inverosímiles pasan por tus ojos trayendo consigo palabras que dañan tu mente y hoy es pregunta colectiva “¿A quién le creo?”
La ciencia se contradice, los valores inversos a todo lo establecido y lo que es peor negando hasta realidad de la propia naturaleza. El sabio salomón menciona por lo menos 150 veces en proverbios el “poder” de las palabras. La verdad que estas son poderosas, las mismas construyen o destruyen, no hay efecto neutro en ellas. En la cotidianidad es común escuchar “¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo es que debemos educar entonces? ¿Qué debemos comer? ¿Qué haremos con la estructura familiar que hemos seguido por generaciones dando frutos de individuos sanos y con valores, aún no sean estas perfectas, ya que nada lo es?”

Las palabras edificantes valen mucho y cuestan poco, sin embargo las expresiones recibidas de mensajes destructivos dejan secuelas exorbitantes a corto, mediano y largo plazo, ya que ponemos en juego el presente y futuro de nuestras familias y sociedad a la cual pertenecemos. Estas actúan como un búmeran, siempre vuelven. ¿Y sabes qué? La persona más perjudicada es aquella que las pronuncia.

¿Te has dado cuenta hasta dónde esta búsqueda constante está dañando tu salud mental y física en este momento histórico que vivimos? Detente y guarda tu mente y vida.

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